martes, 8 de diciembre de 2015

Conmovedora Carta Abierta de la ex mujer de SCOTT WEILAND.

El Rock And Roll tiene un largo historial de tragedias tras el. Lamentablemente, hace solo días perdíamos a otro de sus exponentes, el cantante SCOTT WEILAND. Su ex mujer y madre de dos de sus hijos, Mary Forsberg, escribió una carta abierta conmovedora pidiendo que no se glorifique su muerte. La misma fue publicada en la versión estadounidense de Rolling Stone.



La carta: 

El 3 de diciembre de 2015 no es el día en que murió Scott Weiland. Es el día que el público usará oficialmente para llorarlo y fue el último día en que pudo ser puesto frente a un micrófono para el beneficio financiero o el disfrute de otros. La efusión de condolencias y plegarias ofrecidas a nuestros hijos, Noah y Lucy, ha sido sobrecogedora, apreciada e incluso consoladora. Pero la verdad es que, como muchos otros chicos, ellos perdieron a su padre hace años. Lo que verdaderamente perdieron el 3 de diciembre fue la esperanza.


No queremos minimizar el increíble talento de Scott, su imagen o su habilidad para encender cada escenario con brillante electricidad. Mucha gente ha sido lo suficientemente elegante como para elogiar su don. La música está aquí para quedarse. Pero en cierto punto, alguien debe dar un paso al frente y decir que sí, que esto va a volver a suceder, porque como sociedad casi que lo apoyamos. Leemos críticas de shows pésimos, vemos videos de artistas en caída, incapaces de recordar sus letras que están en un teleprompter a sólo unos centímetros de distancia. Y entonces hacemos click en “agregar al carrito”, porque lo que en realidad debería estar en un hospital ahora se considera arte.

Muchos de esos artistas tienen hijos. Chicos con lágrimas en los ojos, que viven el pánico porque sus llantos no son escuchados. Vos podrás preguntarte: “¿Cómo podemos saberlo nosotros? ¡Si leímos que disfrutó estar con sus chicos y que hacía cinco años que estaba limpio de drogas!” En realidad, lo que no quisiste reconocer fue a un paranoico que no podía recordar sus propias letras o que sólo fue fotografiado con sus hijos un puñado de veces en 15 años de paternidad. Siempre quise compartir más de lo que cualquiera soportaba. Cuando escribí un libro hace unos años, me dolió restarle importancia a tanto dolor y lucha, pero hice lo que consideré mejor para Noah y Lucy. Sabía que ellos un día iban a ver y sentir todo aquello de lo que traté de protegerlos, y que en algún momento iban a ser lo suficientemente valientes para decir “Ese desastre fue nuestro padre. Lo amamos, pero una mezcla de amor y decepción muy profundamente arraigada constituyó la mayoría de nuestra relación con él”.

Incluso después de que Scott y yo nos separamos, pasé incontables horas tratando de calmar sus ataques de paranoia, llevándolo a la ducha y dándole café, sólo para poder arrastrarlo hasta el público en el show de talentos de Noah o el musical de Lucy. Esos breves encuentros fueron mis intentos de darle a los chicos un sentido de normalidad con su padre. Pero cualquier cosa más larga a menudo se convertía en algo alarmante e incómodo para ellos. Estar inmersa tantos años en las múltiples enfermedades de Scott me llevó a la depresión; en un punto, fui diagnosticada erróneamente como bipolar. Temí que lo mismo fuera a pasarle a los chicos. Hubo momentos en que los Servicios de Protección Infantil no lo dejaban estar solo con ellos.

Cuando Scott comenzó otra relación, tuve la esperanza de que lo inspiraría a crecer. A menudo lo apoyé para que saliera con una chica “normal”, una mujer que también fuera madre, alguien que tuviera la energía que yo ya no tenía para amarlo. En cambio, cuando volvió a casarse, los chicos fueron reemplazados. No fueron invitados a su boda; los cheques de manutención a menudo no llegaban. El que alguna vez fue nuestro dulce chico católico se negaba a ver a los chicos participando de obras de Nochebuena porque ahora era ateo. Ellos nunca pusieron un pie en su casa y no pueden recordar cuándo fue la última vez que lo vieron para el Día del Padre. No comparto esto con ustedes para juzgarlo, lo hago porque ustedes deben conocer al menos a un chico en la misma situación. Si así sucede, por favor reconozcan sus experiencias. Ofrézcanles acompañarlos a un baile de padres con hijas o enséñenles a pasar una pelota. Incluso los chicos más valientes van a contenerse antes de pedirles algo así; puede que les de vergüenza o que no quieran molestarlos. Simplemente ofrézcanse. O incluso insistan en que deben hacerlo.

Este es el paso final de nuestro largo adiós a Scott. Aunque sentí que no teníamos otra opción, quizá no deberíamos haberlo dejado ir. O quizá estos últimos años de separación hayan sido su regalo de partida para nosotros, el único modo que pudo pensar de suavizar lo que sabía que un día iba a estrujar nuestras almas. Durante los últimos años, pude escuchar su tristeza y confusión cuando me llamaba tarde, a menudo llorando por su incapacidad para separarse de gente negativa y malas elecciones. No diré que ahora puede descansar o que ahora está en un lugar mejor. Debería estar con sus hijos haciendo un asado en el patio del fondo o esperando que empiece el partido de Notre Dame. Estamos enojados y tristes con su pérdida, pero lo que nos tiene devastados es que él eligió rendirse.

Noah y Lucy nunca buscaron la perfección en su padre. Simplemente siguieron esperando un pequeño esfuerzo. Si sos un padre que no hace su mejor esfuerzo, todo lo que se te pide es que lo intentes con un poco más de ganas y que no te rindas. El progreso, no la perfección, es por lo que tus hijos rezan. Nuestras esperanzas por Scott han muerto, pero todavía hay esperanzas para otros. Elijamos hacer que esta sea la primera vez en que no glorificamos su tragedia con palabrerío sobre el rock and roll y los demonios que, de paso, no tienen por qué venir con la música. Pasen de largo de la deprimente remera con la inscripción “1967-2015”, usen ese dinero para llevar a un chico a la cancha o a comprarle un helado.




Recordamos que SCOTT WEILAND fue hallado sin vida debido a un paro cardíaco en el autobús de gira en Bloomington, Minnesota, por la tarde del 3 de diciembre de 2015, a los 48 años de edad, donde se encontraba con su banda, Scott Weiland & The Wildabouts. Su cuerpo fue encontrado alrededor de las 21:00 horas de esa misma noche. La banda tenía previsto tocar en el Medina Entertainment Center.

Días después, la policía de Minnesota informó que halló una pequeña porción de cocaína donde Weiland fue hallado muerto. Detallaron que además hallaron pequeñas cantidades de la misma sustancia en el área que ocupaba Tommy Black, guitarrista y compañero de su actual banda. Por lo que fue arrestado y fichado por el delito de posesión de drogas en quinto grado.

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